Ni eso. ¡A pedir casa, a las afueras!
Tras ser expulsados del centro de la ciudad, 60 jóvenes acampan en Ciudad Universitaria reclamando sus derechos a una vivienda digna
Si conseguir una vivienda es ya de por sí difícil, reclamar el derecho a que los jóvenes puedan acceder a ella también se está convirtiendo en un problema. Así lo demuestra la peripecia vivida por 60 miembros de la Asamblea contra la Precariedad y la Vivienda Digna, que desde el domingo duermen en un campamento improvisado en Ciudad Universitaria después de que la policía les impidiese plantar las tiendas en el paseo del Prado.
La policía impidió a los convocantes dormir frente a los museos del Prado y Reina Sofía.
Los concentrados quieren que el debate de la vivienda vaya más allá de los mítines y seguirán con la protesta, como mínimo, hasta el día 28. Ningún partido, dicen, les garantiza una solución a partir de ese día.
La última acción de V de Vivienda -como también se da a conocer a la Asamblea- comenzó el domingo por la tarde. La idea era repetir la primera sentada de hace justo un año, que marcó el inicio del movimiento. El lugar escogido, el mismo que aquel 14 de mayo de 2006: el Museo del Prado. Además, este año se acamparía sine die.
Pero en esta ocasión, la policía no permitió que se desplegase ni una pancarta. Persona que se movía, persona a la que identificaban. "Cuando me pidieron el DNI, el policía llevaba un buen taco en la mano", cuenta Tania.
La respuesta policial no les pilló desprevenidos. Desde hacía días les habían advertido de que no les iban a permitir acampar en pleno centro de Madrid. "Nos dijeron que no iban a tolerar un nuevo Sintel". Pero había un plan B. Cuando la teoría marcaba retirada, unas 500 personas se desplazaron hacia el Reina Sofía. Allí, sus compañeros ya habían levantado un campamento. Si la alegría en la casa del pobre dura poco, en la de los que reclaman una vivienda, menos. Después de que la policía requisase la mayor parte de las tiendas de campaña y amenazase con multas de 600 euros, sólo quedó el plan C.
De Ciudad Universitaria sabían que no les iban a echar. La policía no puede actuar en el recinto universitario si no es con el consentimiento del rectorado. Con el sabor agridulce de no haber logrado su principal objetivo, más de 60 personas durmieron en la explanada que hay justo a la salida del metro. Ni los más optimistas esperaban a tanta gente.
A media tarde de ayer, una decena de jóvenes seguía en el campamento. Poco a poco iba llegando más gente. Unos del trabajo, otros de estudiar. Llevaban guitarras, sillas. Cualquier cosa para llenar de vida su nuevo hogar. Confían en que, al ver el buen ambiente, la gente se anime y acampe con ellos.
El estar en Ciudad Universitaria, dicen, "le resta un poco de fuerza al asunto". No quieren que la reivindicación se vea como una simple protesta estudiantil. "El derecho a una vivienda digna es de todos". De ahí que, aunque mantengan su campamento base, estén pensando en llevar las reivindicaciones por el centro de Madrid. No saben dónde ni cómo. Tampoco quieren mostrar sus cartas. Pacheco, uno de los miembros de la Asamblea, definía ayer el sentir de la mayor parte del grupo: "Creo que debería importar menos cómo o dónde nos manifestamos y preocuparse más por qué lo hacemos".
Tras ser expulsados del centro de la ciudad, 60 jóvenes acampan en Ciudad Universitaria reclamando sus derechos a una vivienda digna
Si conseguir una vivienda es ya de por sí difícil, reclamar el derecho a que los jóvenes puedan acceder a ella también se está convirtiendo en un problema. Así lo demuestra la peripecia vivida por 60 miembros de la Asamblea contra la Precariedad y la Vivienda Digna, que desde el domingo duermen en un campamento improvisado en Ciudad Universitaria después de que la policía les impidiese plantar las tiendas en el paseo del Prado.
La policía impidió a los convocantes dormir frente a los museos del Prado y Reina Sofía.
Los concentrados quieren que el debate de la vivienda vaya más allá de los mítines y seguirán con la protesta, como mínimo, hasta el día 28. Ningún partido, dicen, les garantiza una solución a partir de ese día.
La última acción de V de Vivienda -como también se da a conocer a la Asamblea- comenzó el domingo por la tarde. La idea era repetir la primera sentada de hace justo un año, que marcó el inicio del movimiento. El lugar escogido, el mismo que aquel 14 de mayo de 2006: el Museo del Prado. Además, este año se acamparía sine die.
Pero en esta ocasión, la policía no permitió que se desplegase ni una pancarta. Persona que se movía, persona a la que identificaban. "Cuando me pidieron el DNI, el policía llevaba un buen taco en la mano", cuenta Tania.
La respuesta policial no les pilló desprevenidos. Desde hacía días les habían advertido de que no les iban a permitir acampar en pleno centro de Madrid. "Nos dijeron que no iban a tolerar un nuevo Sintel". Pero había un plan B. Cuando la teoría marcaba retirada, unas 500 personas se desplazaron hacia el Reina Sofía. Allí, sus compañeros ya habían levantado un campamento. Si la alegría en la casa del pobre dura poco, en la de los que reclaman una vivienda, menos. Después de que la policía requisase la mayor parte de las tiendas de campaña y amenazase con multas de 600 euros, sólo quedó el plan C.
De Ciudad Universitaria sabían que no les iban a echar. La policía no puede actuar en el recinto universitario si no es con el consentimiento del rectorado. Con el sabor agridulce de no haber logrado su principal objetivo, más de 60 personas durmieron en la explanada que hay justo a la salida del metro. Ni los más optimistas esperaban a tanta gente.
A media tarde de ayer, una decena de jóvenes seguía en el campamento. Poco a poco iba llegando más gente. Unos del trabajo, otros de estudiar. Llevaban guitarras, sillas. Cualquier cosa para llenar de vida su nuevo hogar. Confían en que, al ver el buen ambiente, la gente se anime y acampe con ellos.
El estar en Ciudad Universitaria, dicen, "le resta un poco de fuerza al asunto". No quieren que la reivindicación se vea como una simple protesta estudiantil. "El derecho a una vivienda digna es de todos". De ahí que, aunque mantengan su campamento base, estén pensando en llevar las reivindicaciones por el centro de Madrid. No saben dónde ni cómo. Tampoco quieren mostrar sus cartas. Pacheco, uno de los miembros de la Asamblea, definía ayer el sentir de la mayor parte del grupo: "Creo que debería importar menos cómo o dónde nos manifestamos y preocuparse más por qué lo hacemos".
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