Casi 100.000 alumnos confiesan haber pegado a sus compañeros.
Tres de cada cuatro profesores son insultados.
El 23,6 por ciento de los estudiantes de ESO asegura que siente miedo de ir al centro escolar.
Se mezclan aquí dos sentimientos y causas de stress, por un lado las obligaciones escolares y por el otro, las aptitudes violentas o sectarias de otros alumnos.
Esta manifiesta incomodidad afecta principalmente a escolares inmigrantes, que se sienten marginados y víctimas de un bullying entre iguales.
Se confiesan amenazas con armas blancas y palos, se relatan frecuentes enfrentamientos entre bandas. Los alumnos violentos tienden a agruparse en bandas o grupos, con el fin de ganar poder sobre el resto.
La violencia en la escuela es un problema reconocido y estudiado por diferentes medios, y aunque parece que se reduce en los últimos años según informes del Defensor del Pueblo, otras asociaciones no dan fiabilidad a estos datos. Las Asociaciones de Profesores y los Sindicatos de Enseñanza también llaman a la calma y asegura que los centros son seguros. Sin embargo los profesores, uno a uno, reconocen actitudes de franca maledicencia entre las chicas. Los chicos se comportan con menosprecio y agresividad con sus compañeros. En ambos casos pueden, y de hecho surgen problemas graves de convivencia escolar. En cuanto a ellos, los profesores confiesan recibir habitualmente muestras de desprecio e insultos por parte de sus alumnos, así como intimidaciones y agresiones ocasionales.
En todos los centros se dan, sistemáticamente, muestras de vandalismo con los enseres del centro y sustracciones a los docentes. Estas actitudes se dan preferentemente en los últimos cursos de la Primaria y los primeros cursos de la ESO.
De todos los informes se extraen un montón de propuestas para la erradicación de estas conductas, pero ninguna parece efectiva, ni los responsables saben bien que hacer para atajarlas.
No cabe duda que el civismo, la educación y las buenas maneras, se cimentan en el hogar y se complementan con la educación escolar. Así, los profesores descargan parte de su responsabilidad en los padres y estos, a su vez, se remiten a la escuela. La clásica pescadilla.
Como siempre, todos somos responsables. Los padres con una educación en exceso despegada y permisiva.
La Escuela. Los problemas de la escuela......son tantos. Que los dejaré para otro momento. De momento puedo apuntar que los planes de educación, que hace el Gobierno de turno, no son los indicados para la sociedad de nuestro tiempo. Apuntaré una idea:
Existen en Democracia tres poderes reconocidos e independientes; El Poder Legislativo, el Poder Judicial y el Poder Ejecutivo.
Con el tiempo la sociedad ha ido añadiendo otros poderes, que sin tanto fasto, tienen igual influencia; El Poder Económico y el Poder de la Información y, aquí añadiría yo el Poder de la Educación.
No es fácil, porque sus recursos vienen derivados de los Presupuestos Generales. Cien por cien políticos. Y por que la Iglesia, como ave de presa no se deja arrebatar su negocio.
Pero sin duda se necesita un Consejo de Educación, independiente, profesionalizado, apolítico, aconfesional, que marque las pautas de una educación moderna e integradora. Que admita los valores religiosos, todos. Que considere con realismo los intereses y las materias que ilusionan a nuestra juventud.
Un ejemplo: Cuantas niñas suspiran hoy por ser modelo. Empleemos dos horas a la semana, a las que se muestren interesadas, en enseñarles. De paso pueden aprender a comer con la boca cerrada y los codos pegados al cuerpo. De...modelo.....modales.
Cuantos niños y niñas pasan horas con sus videojuegos, como simples consumidores. Llevemos los videojuegos a la escuela y enseñemos les como se hacen, como se programan. Alimentemos su imaginación.
El que quiera ser abogado y lo tenga claro, estudiará letras. Y el otro matemáticas por que en el futuro querrá ser astronauta.
Y, por que no, futbolista. Tengamos clases de fútbol, junto con las buenas maneras y la educación deportiva. Y si quieren ser famosos en la Televisión, montemos un pequeño estudio para la escuela y que empiecen a serlo.
Nos hace falta imaginación. Nuestros hijos y nietos deben aprender felices, en un entorno agradable, sin tensiones ni racismos. Enseñemosles lo que quieren, podemos influir en como lo aprenden, y por último, la vida les dará el Master.
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